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Mayorías minoritarias y la reflexión tardía

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Quizás esa extraña y obligada jornada de reflexión electoral española hubiera que trasladarla a una fecha posterior a los comicios en lugar de ofrecer un maquillaje institucional a la reflexión cívica el día anterior. "Esto es democracia y no lo de sol" gritaban los simpatizantes del Partido Popular frente a su sede en la Calle Genova de Madrid tras el cierre de las elecciones municipales en España. Y no han pasado tantos días hasta que la policía violentamente ha hecho el primer intento para desalojar la acampada en Barcelona o Lleida. En estas acampadas se reclama una transformación esencial de los paradigmas del régimen social jerárquico por uno donde la sociedad civil esté realmente estructurada desde el diálogo y con unos principios esenciales de equidad social. En esas acampadas un canto común es "Lo llaman democracia y no lo es". De la misma manera que los simpatizantes del PP decían que lo suyo si que era democracia y de la auténtica, los representantes del partido y su trama mediática rápidamente hablaron de su mayoría, de como representaban a España, y así "España pedía" o "España exigía" el cambio en la interpretación de la derrota de ese doppelganger mayoritario del PP que es el PSOE. Y frente al mantra de su mayoría, desde sus bailes de cifras, resulta extraño discernir a quien representan de verdad.

47.150.000 habitantes de derecho en España
38.833.700 habitantes dentro de la edad legal de voto.
34.681.888 habitantes en el censo electoral
22.971.350 votos emitidos
8.474.000 votos PP
6.276.000 votos PSOE
973.500 votos nulos y en blanco

Todo cifras aproximadas... Usarlas en parte es legitimar su uso como estructuración de estas fuerzas al mando de la cultura dominante. Pero mirarlas de un modo diferente quizás fuera parte de una de esas reflexiones apartadas tras la jornada electoral. Y es cierto, el PP ha recibido el 37, 53% de los votos emitidos. Pero también es cierto que ha recibido el 24, 4% del censo electoral, o de hecho el 21,8% de la población en edad de voto. En realidad el voto recibido representa el 17.9% de la población de derecho en España… Digamos el 18% para simplificar las cosas. Un 18% que se viste de España y dice tener el mandato consensuado por la población para gestionar el país.

No sería muy diferente si lo combinamos junto al aún otro dominante partido del panorama español. Cierto, así el PPSOE habría recibido el 65,3% del voto emitido. Pero también es cierto que eso representa el 43,4 del censo electoral, y de hecho pareciera que es tan sólo el 37,9% de la población en edad de voto. De hecho representan el 31.3% de la población de derecho en España. Población de derecho que no de hecho. El INE pareciera no ofrecer una cifra sobre poblaciones de hecho, ni una estimación especulativa de su posible margen que aumentaría esa población de derecho sobre la que se levantan las cifras.


Cifras de estas mayorías, que autoconstituidas como tales se legitiman como eje de la democracia. Vencedores al 18%… ¿Y si estos partidos mayoritarios no lo fueran? ¿No constituyen en realidad un gesto y una acción con su discurso hacia la minoría impositiva? Minorías mayoritarias… 18% de la población de derecho es lo que representa el PP en estas municipales, y seguro que en unas generales el porcentaje cambiaría. Por ejemplo sobre la población de derecho durante las generales del 2008 el PSOE representaron el 24,4% y el PP el 22,4% de la población respectivamente.

Por supuesto esta es una lectura interesada, y anclarse en ese 18% no sirve de consuelo, pero si tiene cierto valor como pincelada gruesa, como referencia cultural, frente a la avalancha mediática dominada por estos partidos y como se constituyen, legitimándose como la realidad inevitable que vértebra la ciudadanía española. No es así. La legitimidad exhibida por los partidos "mayoritarios" tras estas elecciones entre otras cosas busca erosionar la validez de las protestas independientes de sus entornos de poder, protestas que van explicitamente contra la cultura que han impuesto. Pero la importancia de estos movimientos cívicos al margen de la gestión partidista no ha cambiado tras la inflexión electoral.

Reiterar que estamos ante a una disputa clave frente a la violencia simbólica se antoja importante. Esa violencia simbólica que concebía el sociólogo Pierre Bourdieu, donde un sistema de categorías y percepciones se impone sobre agentes subordinados y a través de esos mecanismos, a través de esa violencia, se le le hace creer que esas nociones son justas, inevitables e inamovibles. Y plantando cara a este dominio simbólico, de una violencia simbólica que ya hemos visto hoy pasar a la realidad física de las porras y las balas de goma, hay una fuerte muestra cívica al margen de esos canales de dominación. A corto plazo, y aunque no se lograse más por ahora a través de esta presencia en el entorno público, se ha logrado un auténtico desafío simbólico a la cultura impuesta desde las estructuras del poder dominante. Sólo por eso estamos ante algo tremendamente importante.

Gracias a Cigornia por esas imágenes de las pegatinas del Dame Veneno llegando a la Puerta del Sol de Madrid, y a BG por todo el chateo sobre las minorías mayoritarias y por todo lo demás.

Los datos son en su mayoría provenientes del INE y del Ministerio del Interior


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